jueves, 28 de noviembre de 2013

Gobierno de Daniel Ortega, ha superado a Somoza, afirma Obispo Emérito de Granada, Bernardo Hombach

El Gobierno de Daniel Ortega ya sobrepaso en mucho la época de Somoza, ya que son más absolutistas, afirma el Obispo Emérito de Granada, Monseñor Bernardo Hombach. 

Es positivo que se haya consultado a varios sectores, incluyendo a la Iglesia Católica, y lo que habría que ver si la mayoría de diputados sandinistas, lo toman en cuenta, señala el Prelado. 

Podemos escuchar las declaraciones de Monseñor Bernardo Hombach a continuación.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Caen precios del petroleo tras acuerdo con Irán

El precio internacional del petróleo bajó en más de US$2 el barril después de que se llegara a un acuerdo sobre el programa nuclear iraní con seis grandes potencias mundiales.
El acuerdo promete un alivio parcial de las sanciones contra Irán.
Aunque es improbable que se permita al país incrementar sustancialmente sus ventas de petróleo en los seis meses que dure el acuerdo, observadores dicen que el acuerdo ha relajado tensiones en Medio Oriente, un área de producción petrolífera clave.
Irán controla la cuarta mayor reserva de crudo del mundo y las sanciones han limitado severamente sus exportaciones de petróleo en los últimos dos años.

Tribunal Electoral de Honduras en su primer informe, indica que candidato oficialista va a la cabeza

En el primer informe divulgado hoy por el Tribunal Supremo Electoral de Honduras informa que Juan Orlando Hernández aventaja en el conteo de votos con 34.45 por ciento a Xiomara Zelaya del Partido Libre con 28.34%.
El informe oficial del Tribunal Supremo Electoral arroja que el candidato del Partido Nacional obtuvo 337,606 votos y Xiomara Castro de Zelaya, del partido Libre, obtuvo 277,706 votos. El presidenciable del Partido Liberal, Mauricio Villeda recibió 205,853 votos para un 21.01% y Salvador Nasralla con 152,155 con el 15.53%.
El Partido Nacional encabezado por los expresidentes Ricardo Maduro y Rafael Leonardo Callejas declararon a su partido ganador a las 8:15 pm hora local, mientras en Facebook el candidato nacional postea fotos de su familia y seguidores orando y celebrando en su casa de Tegucigalpa.
Previamente Xiomara Castro, esposa del expresidente de Honduras, Manuel Mel Zelaya, se declaró la ganadora de las elecciones de acuerdo a los resultados de boca de urna del partido Libre.
Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa y designado presidencial que acompaña a Hernández en su candidatura, fue el encargado de dar el anuncio. "Todas las bocas de urna le dan un contundente triunfo a Juan Orlando Hernández y ya vimos los resultados que dio oficialmente el Tribunal Supremo Electoral. Hace un rato escuchábamos a nuestra hermana del otro partido, pero no compartimos que dividan de nuevo al pueblo, creando confusión al declarar que ganaron".
Ricardo Álvarez dijo además que muchos ya reconocieron la victoria nacionalista. "Ya ha recibido muchas llamadas Juan Orlando de varios otros candidatos reconociendo la victoria del Partido Nacional. Hago un llamado a los otros partidos para que humildemente reconozcan el triunfo de Juan Orlando, porque es el presidente electo. Él recibió llamada del expresidente salvadoreño Antonio Saca que reconoce a Hernández presidente. También el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli llamó para felicitar, o sea que los países del mundo ya saben quién es el presidente".
Otros líderes del Partido Nacional como Óscar Álvarez y los expresidentes nacionalistas Ricardo Maduro y Rafael Callejas proclamaron que los resultados oficiales mostraban una victoria contundente, al igual que las encuestas a boca de urna.
Las elecciones generales de Honduras 2013 son históricas porque participaron nueve partidos políticos de los cuales cuatro surgieron de la crisis política del 2009 causada por derrocamiento del expresidente Manuel Zelaya.
La oposición minoritaria surgida entre 1968 y 1992, con los partidos Democracia Cristiana, Innovación y Unidad-Social Demócrata, y Unificación Democrática (UD, de izquierda), no representaron ninguna amenaza para los dos partidos tradicionales, al menos hasta las elecciones de 2009.
Pero a raíz del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 al entonces presidente, Manuel Zelaya, han surgido cuatro nuevos partidos, de los que uno, el Libertad y Refundación (Libre), es la fuerza a vencer que tienen el Nacional y Liberal, según los últimos sondeos de opinión difundidos a finales de octubre pasado.

Xiomara Castro de Zelaya se declara Presidenta de Honduras.

A pesar de no existir los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras, Xiomara Castro de declara Presidenta. Ella es la candidata del partido Libertad y Refundación (LIBRE), y es la esposa de Manuel Zelaya, a quien se le dio Golpe de Estado para algunos y para otros se le aplico la constitución, por pretender reformarla lo que no era permitido.

Castro, se proclamó como la nueva Presidenta de Honduras, antes de que se emitiera el boletín oficial que la acredite como tal.. Varios medios de comunicación vinculados con las familias más poderosas del país e identificadas con los partidos tradicionales, han publicado resultados a boca de urna desfavorables a la candidatura de Castro.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Posición de los Obispos de la CEN ante Reformas Constitucionales en Nicaragua

Honorables Diputados y Diputadas de la Asamblea Nacional Comisión Especial de Carácter Constitucional para el Estudio, Consulta y Dictamen de la Iniciativa denominada “Ley de Reforma Parcial a la Constitución Política de la República de Nicaragua”.
 
1. «Les deseamos gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo» (2 Cor 1,2). Como Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua deseamos agradecerles por habernos invitado a presentar observaciones o comentarios a la Ley de Reforma Parcial de la Constitución Política de Nicaragua. Al mismo tiempo agradecemos también su gentileza al concedernos la posibilidad de manifestarles nuestro parecer sobre algo tan decisivo para el presente y el futuro de nuestro país en una fecha posterior a nuestra Asamblea Anual Ordinaria.

2. Después de orar y reflexionar en común como pastores de la Iglesia Católica, les ofrecemos las conclusiones a las que hemos llegado con el único afán de colaborar desde la doctrina social de la Iglesia al bien de Nicaragua. Como lo hemos reiterado en distintas ocasiones nuestro ministerio es eminentemente religioso como testigos de Cristo y servidores de nuestros hermanos en su nombre: «No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por Jesús» (2 Cor 4,5). En segundo lugar, como pastores de la Iglesia Católica no es nuestro objetivo ofrecer soluciones técnicas, de carácter jurídico o político, pues no corresponde a la misión que Cristo le ha encomendado a su Iglesia (Cf. Sollicitudo rei socialis, 41). Nuestra contribución en el campo político no pretende otra cosa sino «servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales» (Deus Caritas est, 28).
 
3. La Constitución Política del país es como un símbolo de integración política, cuya tarea integradora no se realiza solamente en la adhesión emocional a un texto, sino a través del compromiso para que tanto el establecimiento de los derechos y libertades constitucionales como la naturaleza de los poderes del Estado, no rebasen los cauces del Estado de Derecho «en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres» (Centesimus Annus, 44). En segundo lugar, en una Constitución Política destinada a preservar una convivencia social armónica y pacífica, deben incluirse solamente los símbolos, sentimientos, instituciones y afirmaciones ideológicas, libre y firmemente compartidos por todos en la sociedad. Una auténtica Constitución Política debería, finalmente, estar refrendada por la participación del pueblo, a través de un vasto proceso de consultas, sin exclusión de nadie ni de ningún sector de la sociedad y sin prisas inexplicables delante de un asunto tan grave para la nación. Sólo así la Constitución logrará generar auténticas dinámicas de integración en las que participarán las personas con confianza y responsabilidad en la construcción de la sociedad y el ejercicio del poder.
 
4. No obstante poseemos la firme convicción de que lo más urgente en Nicaragua en este momento no es realizar cambios a la Constitución Política, sino purificar y rectificar la mentalidad y la práctica en relación con el ejercicio de la política, tal como lo afirmamos en nuestro mensaje del 26 de septiembre del 2012: «La situación que vive el país exige urgentemente replantear el funcionamiento integral del sistema político, pues el poder se sigue concibiendo como patrimonio personal y no como delegación de la voluntad popular» (n. 5). No consideramos conveniente proponer reformas a nuestra Carta Magna, sobre todo cuando éstas reflejan la pretensión de un cambio sustancial e integral en el sistema político de Nicaragua, en un momento de evidente desmantelamiento institucional del país, con una llamada oposición política que se debate en luchas internas y descalificaciones recíprocas sin representar ninguna alternativa para el país; en un momento en que es inexistente la separación de los poderes del Estado y hemos sufrido experiencias continuas de irregularidades electorales y violaciones a la Constitución Política que han alterado el rumbo constitucional y democrático de nuestro país. Lo que urge en Nicaragua más bien es el cumplimiento de las normas constitucionales de parte de quienes ejercen el poder y el compromiso de todos los sectores de la nación y del pueblo en general por fortalecer los valores que conformen una auténtica democracia, pues «una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto como demuestra la historia» (Centesimus Annus, 46).
 
5. Consideramos que la actual propuesta de reformas a la Constitución, vista en su conjunto, está orientada a favorecer el establecimiento y perpetuación de un poder absoluto a largo plazo, ejercido por una persona o un partido de forma dinástica o por medio de una oligarquía política y económica. Los Obispos de América Latina en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano ya en el año 2007 en Brasil habían constatado que a través de instrumentos propios de la democracia se podrían paradójicamente instaurar regímenes totalitarios: «Vemos con preocupación el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria por vía democrática» (Aparecida, 74). Ya lo advertíamos también nosotros en nuestro mensaje del 26 de septiembre del año pasado, refiriéndonos a Nicaragua: «La vida política del país está hoy dominada por un estilo de ejercer la autoridad en modo autocrático y abusivo, que se manifiesta a través de la concentración de poder y el deseo desmedido de conservarlo y perpetuarse en él, la manipulación de la ley y de las instituciones y la destrucción de los principios fundamentales que constituyen las bases del Estado de Derecho».
 
6. Por todos los motivos antes mencionados, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua no estamos de acuerdo con este proyecto de reformas constitucionales. Creemos que su aprobación no traerá beneficio alguno para la nación. Ciertamente la Iglesia, como enseña en su Magisterio Social, «no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional» (Centesimus Annus, 57). Si alguna vez se permite expresar su propia valoración en esta materia, no es por motivos ideológicos ni por indebida injerencia en el campo político, sino por las graves implicaciones religiosas y morales que comporta una situación o proyecto determinado, como es el caso del actual intento por reformar nuestra Constitución Política.
 
7. Ofrecer nuestro parecer en este momento histórico de Nicaragua es sólo un discreto servicio a partir de nuestra fe y del Magisterio Social de la Iglesia, para que todos los nicaragüenses, sin discriminaciones de ningún tipo, tomemos conciencia de que «es nuestra responsabilidad, aunque siempre sea limitada la comprensión de la totalidad de la realidad, observando, sopesando y valorando, tomar decisiones en el momento presente, pero extendiendo la mirada hacia el futuro, reflexionando sobre las consecuencias de las decisiones» (Discurso del Papa Francisco a la clase dirigente de Brasil, 27.07.13, n. 2). Pedimos a la Santísima Virgen María, «La Purísima», Patrona de Nicaragua, en vísperas de su fiesta, que nos ayude a construir un país en donde siempre haya razones para vivir con esperanza, comprometidos en edificar una convivencia social fundada en la justicia, la libertad, la verdad y la paz para todos.
 
Dado en la ciudad de Managua a los veintidós días del mes de noviembre de dos mil trece.
 
Mons. Sócrates René Sándigo Jirón                                                        .
Obispo de Juigalpa Presidente de la C.E.N.                        
 
Mons. Silvio José Báez

Obiuspo auxiliar de Managua y secretario de la C.E.N.

domingo, 17 de noviembre de 2013

A propósito de las Reformas Constitucionales

A propósito del tema de las Reformas Constitucionales, traemos a ustedes las conclusiones de una ponencia titulada "Evolución política y reforma constitucional", presentada en la "IJornada de Derecho Constitucional: La Reforma Constitucional" celebrado en  el Paraninfo de la Universidad Nacional de Nicaragua (UNAN) de León, los días 24 y 25 de agosto del 2005 y Publicado en la Revista de Derecho, No. 10. Universidad Centroamericana, (UCA), Facultad de Ciencias Jurídicas, 2005.

Aunque hace referencia a datos del siglo XIX, es bueno revisar la Historia, para ver como los nicaragüense siempre estamos girando alrededor de lo mismo como un ciclo que se repite cada vez y cuando.

Leamos cuando concluye lo que dice textualmente la ponencia "Evolución Política y Reforma Constitucional.

Conclusiones:

Si la historia es “maestra de la vida”, este breve recorrido por la historia de Nicaragua debe 
traernos algunas enseñanzas. Lo primero que se nos ocurre es pensar en la constatación de la poca independencia existente entre los poderes del Estado, y de la subordinación del 
legislativo al ejecutivo, en varias ocasiones. Tal acontecimiento no puede convertirse, 
recurriendo a nuestra “idiosincrasia”, en una especie de ley, casi inmutable, como algunos 
interesados abogan. Esto supondría, por principio, renunciar a un verdadero estado de derecho y a vivir condenados a revitalizar un Estado donde todavía, en la práctica, prevalezca algo similar a aquello de que “El Estado soy yo”. 

Hemos constatado también que algunos de los militares se convirtieron, en momentos 
determinados, en la máxima autoridad, aunque no les correspondía ese honor. Ellos se situaron por encima de los poderes del Estado. Un ejemplo lo vimos en la actitud de Trinidad Muñoz, quien en nombre de sus intereses impidió que se promulgase la constitución de 1848. Antes de él, ya había habido otros modelos de autoritarismo militar y, después de él, algunos generales llegaron a ser presidentes de la República, lo que incrementó más su poder y, con ello, la subordinación de algunos otros poderes del Estado. 

Los intereses creados de algunos grupos o partidos llevaron también a éstos a aceptar o 
rechazar la constitución, teniendo por primera vez la amarga experiencia de estar vigentes 
simultáneamente dos constituciones. Esta triste realidad, ya repetida, la hemos tenido que 
vivir, en 1995. Y, como si la experiencia hubiera sido positiva, en este momento hemos vuelto a las andadas y estamos sufriendo nuevamente este mal, el que, si no le ponemos remedio, se puede convertir en endémico. Los grupos de poder, considerándose dueños de la nación, pueden crear una crisis para sacar sus propios beneficios, cuando, “en nombre de la paz y de la gobernabilidad”, se decidan a firmar un acuerdo político, capaz de legalizar lo que debería legalizar y legitimar por sí sola la constitución, sin necesidad de que la instrumentalicen. Es inmoral justificar determinadas acciones, aduciendo capacidad de poner remedio a un mal, cuando, pudiéndolo haber evitado, se dedicaron a sembrar la enfermedad. 

Aunque los pactos en ocasiones pueden ser positivos, muchos de la historia de Nicaragua han tenido efectos negativos. El que se firmó “secretamente” en 1938 tuvo como consecuencia que Somoza se consolidara en el poder por más de diez años seguidos, con la acumulación cada vez mayor de un poder económico, político y militar, y con el consiguiente crecimiento del servilismo, que se originó en torno al Hombre de turno, al que los demás poderes acabaron rindiendo pleitesía. Este primer pacto desencadenó otros, como el de los Generales de 1950, 
en donde solamente dos personas decidieron por toda la nación, aunque ésta fuera considerada oficialmente una “República”. Esta es otra enseñanza que no debemos olvidar y que, por desgracia, o la gente no la conoce o nos estamos acostumbrando a tropezar en la misma piedra, con toda normalidad. Por lo general, los pactos de caudillos siempre han resultado más beneficiosos para ellos o sus grupos que para la propia nación, a no ser que los identifiquemos con ella, lo cual sería una aberración. Esta costumbre, que se va casi convirtiendo en una norma en los últimos 60 años, no se puede defender abogando, de nuevo, que así es “nuestra idiosincrasia”. En semejantes casos, el pueblo siempre ha resultado ser un sujeto paciente y no un sujeto agente de su propia historia. 

Y para finalizar, queremos hacer constancia, de algo no expresado arriba, pero que se puede deducir de lo expuesto. La verdad histórica de Nicaragua nos enseña que casi siempre que ha habido violación a la constitución en materia electoral, o cuando se ha querido reformar la misma para tener acceso “constitucional” – aunque el espíritu de la constitución fuera el de la no reelección-, casi siempre se ha desembocado en rebeliones, sublevaciones, altercados y, en el peor de los casos, en guerra abierta, como la civil de 1854, con la elección de Fruto Chamorro; como el levantamiento de los conservadores contra Roberto Sacasa o el de los propios liberales en 1896, contra la pretendida reelección de Zelaya, sólo por poner algunos ejemplos. Este mal endémico, como enfermedad crónica por el poder, merece curarse de raíz, y sólo se curará cuando los políticos, respetando el estado de derecho, y controlando su ansia de poder, no se “identifiquen” con la nación y se consideren simples “ciudadanos” al servicio de la patria. Los gobernantes están en función de la patria y no la patria en función de los gobernantes, afirmación que puede significar un principio básico de decencia política.